sábado, 15 de diciembre de 2012

Los premios Nobel orientales Mo Yan y Kenzaburo Oé nos presentan en Seix Barral sendos títulos eminentemente autobiográficos: ‘Cambios’ y ‘¡Adiós, libros míos!’



Cambios.
Mo Yan.
Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard.
Seix Barral. Col: Biblioteca Formentor
Formato:  Rústica con solapas. 13,3 x 21 cm.
128 páginas.
Fecha de publicación: noviembre de 2012.
PVP: 16.50 €. Ebook: 9.99 €

Con apenas unas semanas de diferencia, Seix Barral ha puesto en el mercado sendas obras de dos grandes maestros de las letras orientales, a la sazón Premios Nobel de literatura. Del primero, omnipresente al menos durante su año de reinado, se ha dicho ya casi todo (y de todo, habría que precisar). El chino Mo Yan (nacido en Gaomi, Shandong, en 1955), exmiembro del Ejército Popular de Liberación, al que pertenecía cuando empezó a escribir con algo más de veinte años, se dio a conocer en 1981 con su primera novela Lluvia en una noche de primavera. Sin embargo, el éxito no le llegaría hasta años después con títulos como El rábano transparente y, sobre todo, El sorgo rojo (1987), título publicado en España, como algunos más, por la editorial Kailas que sería llevado al cine, obteniendo espléndidas críticas, por el realizador Zhang Yimou.

Si en Grandes pechos amplias caderas, obra prohibida por las autoridades de Pekín, Mo Yan retrataba casi un siglo de historia de China a través de los ojos de una mujer, en Cambios, obra cuyos derechos raudamente adquirió su nueva editorial nada más conocerse su reconocimiento universal, son los últimos cuarenta años de la historia de su país los que se reflejan a través de los ojos de un chico que se hace mayor en un mundo demasiado estrecho.

Esta novela, que se mueve de nuevo entre la tradición china y la occidental, que nos cuenta la vida de gente corriente, como He Zhiwu, héroe que no reconoce principio de autoridad alguno, o Li Wenli, una chica testaruda, acostumbrada a tomar siempre la decisión correcta que la lleva hacia el camino equivocado, es sobre todo la evocación  cómplice de la existencia del propio autor a través de sus diferentes facetas de estudiante, obrero, militar y escritor.

Comparado con Kafka por su manera de entreverar realidad, sueño, y sátira, gran parte de la crítica internacional ha aplaudido unánimemente su inesperado encumbramiento, en lo que muchos consideran el triunfo del arte sobre la política, de la libertad del creador sobre las cadenas del régimen despótico bajo el cual ha desarrollado, buscando la sombra,  toda su carrera.

¡Adiós, libros míos!
Kenzaburo Oé.
Traducción de Terao Ryukichi.
Seix Barral. Col. Biblioteca Formentor.
Formato: Rústica con solapas.
384 páginas.
Fecha de publicación: noviembre de 2012.
PVP: 20€. Ebook: 13,99€.

Si Moy Yan era prácticamente un desconocido para la comunidad hispanohablante hasta hace unos meses, no ocurría ni mucho menos lo mismo con Kenzaburo Oé (Ose, Japón, en 1935), al que Seix Barral ha publicado profusamente durante años. Considerado el escritor más destacado de Japón de su generación, es autor de varias colecciones de relatos y ensayos, así como de más de veinte novelas, entre las que destacan La presa (1958), Una cuestión personal (1964), ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era! (1983), o Salto mortal, a las que hay que añadir las que protagoniza su  álter ego, Kogito Choko.  Nos referimos a Renacimiento, El chico de la cara melancólica (de próxima publicación en Seix Barral) y la que ahora acaba de aparecer.

En ¡Adiós, libros míos! nos encontramos con Kogito Choko, un escritor de reputación mundial que, ya anciano, ha sido herido de gravedad en una manifestación y que  durante su convalecencia en el hospital se reencuentra con su amigo de la infancia Shigeru Tsubaki, un conocido arquitecto recién jubilado con quien Kogito perdió el contacto hace años.

Junto a su viejo compañero, Kogito repasa etapas importantes de su vida: su infancia en el bosque, sus primeros escritos o la enemistad con Yukio Mishima. Desasosegados ante el recuerdo de tantos amigos ya fallecidos, la extravagante pareja busca una luz de esperanza en compañía de la poesía de T. S. Eliot.

Se trata, pues, de un libro, en este sentido cercano al de Mo Yan, por lo que tiene de autobiográfico, en el que el autor nipón, calificado en su día por Henry Miller como un “legítimo heredero de Dostoievski” hace balance de su carrera literaria como escritor y como lector, y construye un homenaje estimulante y sorprendente del mundo de los libros.

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