lunes, 26 de noviembre de 2012

Ramin Jahanbegloo analiza en 'La hora de Gandhi' si es posible pasar de una situación política injusta a otra más democrática de manera pacífica y sin violencia



La hora de Gandhi.
Ramin Jahanbegloo.
Prólogo del Dalai Lama.
Traducción de Anna María Cadarso.
Edición de Antoni Munné.
Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores. Col. Ensayo
192 páginas.  
PVP: 20 €.
Fecha de publicación: noviembre de 2012.

Si ha habido una figura en el último siglo, capaz de demostrar que la violencia siempre no resulta siempre un factor clave para derrotar la injusticia y luchar contra una dictadura ese fue MahatmaGandhi.

No ha sido un caso único. La resistencia pasiva, la desobediencia civil, las luchas no violentas por la paz, la libertad y la democracia han sido capitales en la mayoría de los grandes movimientos populares de los últimos cien años, ya se trate de campañas contra el gobierno colonial, el régimen comunista en Polonia y otros países de la Europa del Este o contra el régimen del apartheid en Sudáfrica.

Gandhi creía que una ley injusta era un insulto al amor propio, a la dignidad y a la conciencia de los ciudadanos y que creaba una división inaceptable entre el individuo y su experiencia de la verdad. Como señala Ramin Jahanbegloo (Teherán, 1956) autor de esta obra que nos llega de la mano de Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores , figuras como Martin Luther King, Nelson Mandela, Desmond Tutu, el Dalai Lama y algunas mucho menos conocidas, como Maulana Azady Khan Abdul Gaffar Khan, han practicado el poder de la no violencia, un fenómeno que volvió a revitalizarse, de momento con magros cuando no contraproducentes resultados, merced a la acción del movimiento verde de Irán,  o las llamadas «primaveras árabes».

Ramin Jahanbegloo (Teherán, 1956), doctor en Filosofía por la Universidad de la Sorbona que en la actualidad ejerce de profesor adjunto en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, se ha convertido en uno de los pensadores más influyentes del panorama intelectual iraní al desarrollar una intensa obra que gira alrededor del diálogo entre culturas y la defensa de la no violencia y de la que sobresalen títulos como Conversaciones con Isaiah Berlin, Conversaciones con George Steiner, La solidaridad de las diferencias y Elogio de la diversidad.

Este carácter abierto, integrador y dialogante de su obra explican los serios problemas que en los últimos años ha tenido que afrontar en su propio país. Su posicionamiento en contra de la política del nuevo gobierno, tras la victoria de Mahmud Ahmadineyad en 2005, le costaría al poco tiempo el que, a su regreso de un viaje, fuese detenido en el aeropuerto de Teherán «por razones de seguridad y espionaje», lo que le supuso cuatro meses de encarcelamiento.  Gracias  a una fuerte campaña orquestada por HumanRights Watch, y a la que se unieron las firmas prestigiosas de la intelectualidad internacional, pudo obtener su liberación y posterior exilio, que inició precismente en Nueva Delhi.

En La hora de Gandhi, III Premio Palau i Fabre, Jahanbegloo reflexiona sobre la actualidad del pensamiento del político indio, en concreto en lo relativo a la posibilidad de pasar de una situación política injusta a otra más democrática de manera pacífica y sin violencia, o el debate entre el concepto moderno de soberanía y la idea de soberanía compartida como una visión alternativa del poder. La figura de la práctica de la ahimsa o no violencia por parte de Gandhi adquiere así un papel fundamental en su análisis. Y es que como afirma el Dalai Lama, quien reconoce en el líder nacionalista indio una “fuente de inspiración para mí desde que era niño en el Tíbet” en el prólogo a la obra:
“Cuando exploramos lo que él llama «la hora de Gandhi » de la política, Ramin Jahanbegloo sugiere formas de transformar la hostilidad en amistad en la política contemporánea y desafía la noción de que no hay espacio para la acción no violenta en los asuntos públicos musulmanes. Explora cómo conservar la pasión en la política, al mismo tiempo que se profundiza y se amplía el grado de responsabilidad en las cuestiones políticas.”

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